El 3 de marzo el Empleo de Salubridad informó sobre el primer caso de COVID-19 en el país. Se trataba de un médico que había viajado por Europa y el sudeste oriental. 56 días a posteriori, la guarismo ha escalado a los 13 331 contagiados a nivel doméstico y 189 fallecidos, según las últimas cifras informadas por las autoridades. Pero parágrafo de las estadísticas, las cuarentenas, los cordones sanitarios y anuncios de medidas económicas para enredar los bienes de la crisis sanitaria, estas largas y tensas semanas igualmente ha estado marcadas por un difícil manejo de La Moneda, conveniente a los errores políticos y comunicacionales cometidos por sus principales protagonistas: el Presidente Sebastián Piñera y el ministro de Lozanía, Jaime Mañalich.
Un punto arduo, considerando que en las crisis es cuando la autoridad más necesita crear credibilidad y confianza en la ciudadanía, para que las medidas adoptadas -especialmente en una pandemia donde lo que está en pasatiempo es la vida de las personas- sean apoyadas, respetadas y acatadas masivamente. En este ambiente, la transparencia sobre la información que la autoridad entrega a la ciudadanía es un pilar fundamental en una democracia, para cimentar la fortaleza de dicha confianza y credibilidad y es ahí, donde precisamente ha estado el talón de Aquiles.
Es sabido que el Gobierno y en particular la figura del Presidente Piñera no estaba en un buen pie cuando la pandemia del coronavirus se instaló en Pimiento, con cifras de apoyo en las encuestas de solo un dígito. La tardanza en tomar medidas, los conflictos públicos con alcaldes de todos los colores políticos por la suspensión de clases y el obstrucción de centros comerciales, el excesivo triunfalismo del Mandatario y Mañalich, unido a la insistencia en querer resultar como el país con el mejor manejo del continente, han contribuido poco y cero a vigorizar la confianza ciudadana en las autoridades. Siquiera han ayudado la seguidilla de errores, contradicciones e incluso afirmaciones que huelen a posverdad.
La semana pasada el ministro Mañalich calificó -en el ámbito de una sesión singular de la Cámara de Diputados- como un “grave error” la suspensión de clases que se aplicó por la presión que ejercieron los alcaldes de todo el país y aseguró que por esa razón que no se pudo inocular contra la influenza a los escolares. Más allá de las chispas que sacó esa explicación, el punto es que sus dichos no calzan con la verdad: tal como publicó El Mostrador en un reportaje del 31 de marzo pasado, fue un retraso del Minsal el que obligó a postergar inmunización de niños y niñas para priorizar a efectivos de FF.AA. y Carabineros.
El clásico y analista político, Tomás Duvall, precisó sobre este tipo de episodios que “el problema mayor ha sido hasta ahora el déficit político, que era una característica en el gabinete actual, cuestión que ha quedado de manifiesto en las múltiples contradicciones entre ministros sobre las acciones concretas en medio de la crisis sanitaria” y agregó que dicho cargo “ha revelado la falta de pedagogía política necesaria para la ciudadanía, acerca de las medidas y sus diversas variaciones conceptuales sobre estas”. No son errores menores. Duvall puso el acento en que “en las crisis de esta naturaleza se espera un Estado que guíe y tome las acciones políticas, cuestión que en lo operativo el Minsal parece haber hecho, pero ello no es suficiente ante el déficit político”.
Y los alcaldes así se lo recordaron. “A esta altura, ¿de qué sirve pelear con @jmanalich si la falta de vacunas se debió al quiebre de stock de responsabilidad de su ministerio? Son tan burdas sus declaraciones de hoy que el esfuerzo de creatividad del gobierno para defenderlo debe ser grande en este momento”, tuiteó el corregidor de Valparaíso, Jorge Sharp, mientras su colega de Independencia, Gonzalo Durán, por la misma red social agregó que el ministro “miente. La única razón por la que NO se continuó con la vacunación contra la influenza en los colegios, fue porque el @ministeriosalud suspendió la entrega de vacunas. Dicho proceso se retoma la próxima semana”. En tanto, el corregidor de Recoleta, Daniel Jadue, difundió dos documentos en donde se confirma que la venida de estas vacunas estaba programada recién para el próximo 24 de abril.
Los dichos de Mañalich lo pusieron asimismo en conflicto con sus pares del recibidor. El primero fue el ministro de Educación, Raúl Figueroa, quien afirmó que “siempre es complejo tomar decisiones, y un Gobierno responsable las toma. Y lo hace teniendo todas las cartas sobre la mesa y escuchando a todos los actores”, luego La vocera Karla Rubilar, dijo que la valor de suspender las clases “no fue un error. Nosotros tomamos una buena decisión” y posteriormente el el ministro de Interior, Gonzalo Blumel, llamó a la calma, diciendo que la valor era “pública y conocida”, para finalizar llamando a “evitar conflictos innecesarios”.
El clásico y analista político, Tomás Duvall, precisó sobre este tipo de episodios que “el problema mayor ha sido hasta ahora el déficit político, que era una característica en el gabinete actual, cuestión que ha quedado de manifiesto en las múltiples contradicciones entre ministros sobre las acciones concretas en medio de la crisis sanitaria” y agregó que dicho adeudo “ha revelado la falta de pedagogía política necesaria para la ciudadanía, acerca de las medidas y sus diversas variaciones conceptuales sobre estas”. No son errores menores. Duvall puso el acento en que “en las crisis de esta naturaleza se espera un Estado que guíe y tome las acciones políticas, cuestión que en lo operativo el MINSAL parece haber hecho, pero ello no es suficiente ante el déficit político”.
Errores de tipeo
El domingo 19, las cifras de fallecidos, según lo informado durante esa mañana, era de 133. Ese mismo día, el Presidente Piñera realizó una cautiverio doméstico en la que hizo un oscilación de las medidas que ha tomado su Gobierno para enemistar el coronavirus. Pero en su discurso, se equivocó en el número de víctimas fatales, dijo que hasta ese día era solo 113, vigésimo menos que la sigla oficial, a lo que la ministra Rubilar tuvo que salir por redes sociales a pedir disculpas y explicar: “Lamentable equivocación en número de fallecidos en #CadenaNacional es un error de tipeo que sentimos muchísimo. Son 133 personas que han perdido la vida y nos duele profundamente cada uno de ellos y el sentir de sus familias. Pedimos disculpas por esto”.
Un equivocación que puede ocurrirle a cualquiera, pero que es más complicada cuando desde las primeras semanas de la crisis sanitaria ya se había instalado la duda pública sobre la certeza de las cifras que entrega el Gobierno sobre el avance de la pandemia. La opción de las cuarentenas dinámicas, las críticas de expertos a la resistor de las autoridades de escuchar opiniones distintas, las inconsistencias detectadas en los reportes oficiales, como lo hizo notar 2 veces Espacio Notorio, los reparos incluso desde el Consejo Para la Transparencia sobre la error de proactividad del Ejecutor en este punto, son la cojín de la desconfianza y el duro exploración que se hace de cualquier paso del Mandatario.
El viernes 17 de abril y luego de publicarse el referencia epidemiológico número 9 correspondiente a esa caminata, este tuvo que ser borrado por presentar claros errores e incongruencias. Se señalaba que la comuna de María Pinto -que hasta la medición preliminar se mantenía como una de las tres comunas de la Región Metropolitana sin registrar casos de coronavirus- aparecía saltando súbitamente a 217 positivos en tan solo dos días, lo que la hacía -de ser ciertos estos datos- en una de las comunas con más contagios. El documentación estuvo 40 minutos en la web, hasta que fue bajado por orden de la subsecretaria de Salubridad Pública, Paula Daza: “He revisado informe epidemiológico número nueve, el cual contiene errores y he ordenado bajarlo inmediatamente”, señaló ese mismo viernes a través de su cuenta de Twitter.
Uno de los problemas sobre las críticas al manejo gubernativo, es que en palacio han asegurado que el Presidente está muy desagradable con los cuestionamientos que le ha hecho el amplio de la examen y que por ello, cualquier crítica la toma desde ese prisma. Eso pasó con el anuncio de la “nueva normalidad” que hizo el Mandatario hace una semana, la cual fue mal explicada y anunciada ad portas de lo que será el peak de contagios de la pandemia, por lo que desató una ola de reproches públicos y obligó a La Moneda a rectificar cinco días posteriormente para cambiar al eslogan del “retorno seguro”.
El ex subsecretario y analista, Víctor Maldonado, afirmó que “la primera víctima del Coronavirus no tiene por qué ser la libertad de expresión. Estoy dispuesto a ser un ciudadano disciplinado que sigue instrucciones, pero no estoy dispuesto a poner en cuarentena la democracia. No voy a cambiar la mascarilla por un bozal. De esta situación no se va a salir adelante dejando cancha libre a los autoritarios”. Agregó que “estamos en la confluencia de tres crisis: la política, la social y ahora la sanitaria que evidencia nuestras fragilidades” y el peligro es que la autoridad y los liderazgos caigan víctimas de una, de dos o las tres al mismo tiempo.
Sobre el mismo punto, Duvall puso el acento en que el Presidente Piñera ha hecho la “desafío más importante de su mandato hasta ahora con la osadía de reverso a normalidad o retorno seguro, porque ello marcará decisivamente a su Gobierno cualquiera sea el resultado”.
El dolor de inicio de los ventiladores
Uno de los episodios más desprolijos que ha tenido el Gobierno ha sido la polémica -el fin de semana pasado- por la supuesta donación de ventiladores mecánicos por parte de China, la que nunca fue tal, episodio en el que apareció posteriormente la Confederación de Producción y Comercio (CPC) como gestora privada para lograr a dichos insumos fundamentales para atender a los pacientes críticos afectados por el Covid-19. Aún no están claras las fechas ni las cifras, ya que el ministro Mañalich había afirmado el 19 de marzo que habían establecido “con el embajador de China (Xu Bu) la adquisición y donación, hay que decirlo con toda la dadivosidad que corresponde, de una cantidad muy importante, más de mil ventiladores mecánicos adicionales para eventualmente prepararnos para los peores escenarios”.
Pero el embajador no tenía información sobre esa donación, lo que precisó en una entrevista en La Tercera el domingo 19 de abril. Para salir del paso, ese mismo día en entrevista con Canal 13 Mañalich dijo que en la exterminio de los ventiladores mecánicos hay que manejarse con “secreto absoluto” y agregó, apuntando al temprano de Copesa, que “el trabajo de la prensa es ése, traicionar cosas en almohadilla a inventar mentiras, qué quieres que te diga”. Frase que, una vez más, puso al ministro del Vigor en el epicentro de las críticas por su mal manejo político y su tendencia a difundir conflictos semanales con todo actor que lo cuestione.
El tema de los ventiladores mecánicos ha sido un dolor de cabecera permanente para el Gobierno. No hay que olvidar que el 4 de abril, el propio Mañalich afirmó a La Tercera que el Gobierno le había pedido a la Fuerza Aérea de Pimiento (FACh) que fuera a averiguar mil ventiladores mecánicos a China y luego, el propio ministro rectificó afirmando que sólo eran 500.
A fines de marzo, el Presidente Piñera aseguró en una entrevista con CHV que Pimiento se había destacado a otros países y había comprado ventiladores en enero: “Si usted hoy quiere comprar un respirador no existe en ninguna parte. Chile los compró con anticipación (…) Chile los va a tener, porque los encargamos en el mes de enero”. Sin incautación, el medio Interferencia echó por tierra esa traducción, ya que revisó las compras públicas realizadas por las subsecretarías de Lozanía Pública, Redes Asistenciales y la Cenabast en enero y sólo se había adquirido un ventilador.
El Gobierno tuvo que salir a tratar de explicar la confusión. El 31 de marzo, el subsecretario de Redes Asistenciales, Arturo Zúñiga, dijo que si acertadamente “nos hemos venido preparando desde enero”, lo concreto es que las adquisiciones fueron recién concretadas este mes. “Nosotros realizamos las compras confirmadas el día 13 de marzo”, reconoció al ser consultado en el ámbito del reporte diario de cifras que entrega el Minsal.
En enero, según fuentes del Empleo de Salubridad, sólo hubo acercamientos y conversaciones con empresas proveedoras, para “amarrar” las adquisiciones. Otras fuentes, reconocían que simplemente calcularon mal a la hora de hacer las adquisiciones.
Espacio Riesco y “el turista”
El arriendo que realizó el Gobierno para usar el centro de eventos Espacio Riesco como Hospital de Emergencia, incluso fue otro paso en apócrifo de la autoridad, traumatizado por información incompleta, dudas y hechos contradictorios. En los últimos diez días de marzo, el ministro Mañalich afirmó que habían cerrado “un arriendo muy barato con un lugar de eventos de Santiago muy importante para alojar a más de 3 mil personas, de manera que estamos en la capacidad adecuada para soportar escenarios más complejos”.
Económico precisamente no era. Según detalló luego el propio Gobierno, el arriendo mensual de las instalaciones le cuesta 0,2 UF por metropolitano cuadrado ocupado. En la primera etapa, según Mañalich, serían utilizados entre 3.000 y 3.500 metros cuadrados. Esto, considerando el valencia de la UF, significarían $17.145.000 mensuales, emblema que podría aumentar asaz -en concreto a $154.305.000- si es que se llegan a utilizar los 27.000 metros cuadrados techados.
Contiguo con las críticas desde diversos sectores por el desembolso incurrido en un arriendo a privados en circunstancias que el Estado cuenta con recintos que podrían ser usados para ese fin, todo se enredó más con el mal manejo del Mandatario, quien en una entrevista con CNN Pimiento el 29 de marzo dijo que “el costo de Espacio Riesco al mes es menos de lo que le cuesta un parlamentario por mes a nuestro país”. Una frase más que desafortunada en un Estado de Derecho, ya que el Presidente de la República no puede denostar el papel de los integrantes de otro poder del Estado, lo de desde el Congreso se le hizo salvoconducto a La Moneda durante esos días.
En estos casi dos meses, uno de los momentos en que Piñera ha sido más cuestionado por su impericia política fue cuando se cumplía exactamente un mes del primer caso positivo de Covid-19 en Pimiento, siete comunas de la Región Metropolitana se encontraban en cuarentena total -entre ellas Santiago y Providencia- y ese día el Mandatario optó por detener en la Plaza de la Dignidad, caminar por el empleo vano y posar para una foto a los pies de la estatua de Baquenado. Sólo había efectivos de Carabineros y de Fuerzas Armadas, delante la polémica la primera respuesta oficial fue que el Presidente quiso producirse a saludar a los efectivos, lo que nunca se vio en el video ni las fotos que circularon.
“Hoy, regresando a mi casa, pasé por Plaza Baquedano, me bajé un par de minutos a saludar a un grupo de Carabineros y Militares que ayudaban a dirigir el tránsito, me saqué una foto y continué mi camino. Lamento si esta acción pudo malinterpretarse”, escribió después en su cuenta de Twitter el Mandatario, frente a la tromba de críticas por la provocación que representó el episodio, considerando que dicha plaza es el división simbólico del estallido social de los últimos meses y porque con su paseo, se saltaba las restricciones que se estaba imponiendo a parte de la población.
El episodio lo persiguió por varios días y en otra entrevista posterior tuvo que sostener que si pudiera retroceder el cronómetro, claramente no habría ido a la Plaza de la Dignidad ni menos se habría tomado la cuestionada foto.
En tono de arqueo al manejo de La Moneda durante marzo y abril en el ámbito de la crisis sanitaria, Duvall precisó que “el Gobierno debería evitar caer en la desesperación por tapar forados para retornar a estándares anteriores o al pasado. El peligro es la pandemia y la eventual crisis económica -hemos trillado saqueos y penuria en países europeos- porque para un Presidente que no es querido por la población, se puede alterar el peor tablado”